Se
acerca el periodo de resurrección política en el tablero original y primario de
los partidos políticos, que no es ni más ni menos que los Ayuntamientos de
pueblos y ciudades. Alejados y olvidados por la política nacional, e
inaccesible para el poblano o ciudadano de a pie, salvó que siga las tertulias
políticas de cadenas privadas, se presenta como cada cuatro años, el momento en
que el citado tenga que elegir a sus representantes políticos más cercanos en
la gestión de su ayuntamiento.
Las
luchas por atraer partidariamente al ciudadano de siempre y al nuevo votante,
comienza por elegir, vincular y prometer a viejos y nuevos nombres con nombres
o siglas partidistas que les permitan o el continuismo o la renovación total
dependiendo de su resultado final.
Nuestros
pueblos, plagados de gente mayor, por ende conservaduristas y desconfiados de
cualquier cambio, son los garantes del “más vale malo conocido” aunque quizás
noto una peligrosa apatía y desgana en jóvenes y sobre todo nuevos votantes.
Estos últimos que en momentos quieren cambiar el sistema y aniquilarlo y a los
cinco minutos, se estancan en el regazo económico de sus padres, el alejamiento
de todo lo que represente política, cual diablo con ojos, y la excusa caduca,
de todos mienten y todos son iguales. Es más cómodo que informarse
objetivamente y buscar o promover en las bases del municipio; la búsqueda o
promoción de alternativas a lo conocido, con un aire fresco y una presunción de
inocencia clara ante la novedad que
representan.
La
oportunidad de elecciones municipales es única, igual que las autonómicas y
nacionales y representa la oportunidad de que la ciudadanía siente cátedra de
opinión, y diga “basta”...tiene que
haber otras formas de hacer política, no me vale ya “el todos son iguales”
“todos mienten””me da igual quien gobierne” o el tan manido “ni soy de
izquierdas ni de derechas” “soy apolítico”.
Pues
no señor, o se es de izquierdas o de derechas, o se es demócrata o republicano
(E.E.U.U.)
Cualquier
postura política es defendible y compartible, sin rubor, con orgullo y
razonamiento, y sin que éste posicionamiento
suponga ninguna afrenta para quien nos conoce, familia y amigos, y lo
comparten en nuestra persona inherente a ella, como la altura, el peso, nuestra
condición social, nuestra religión o nuestro agnosticismo.
Increíblemente
todavía en nuestros ámbitos ciudadanos más cercanos, pueblos o barrios de
ciudades, pero sobre todo en los primeros; la definición política es un examen
obligado por los convecinos, para determinar tu valía o no como persona.
Venimos
históricamente de un periodo de 40 años de obligatoriedad “apolítica” que
remedio tocaba para los que lo vivieron en su plenitud personal.-Si algún joven
de 18 no sabe a que nos referimos, o les suena a chino, que independientemente
de consultar hemerotecas de historia, pregunte a sus padres cincuentenos y
seguro les darán traslado de ¿Porqué?...
Las
personas que se atreven a dar el paso y presentarse electoralmente para el
ayuntamiento de su pueblo o ciudad, está dando el mayor paso de compromiso que
puede dar un ciudadano, asimilable al matrimonio, por ejemplo. Me atrevería a
decir que por vez primera en Hijar y en algún otro ayuntamiento de la Comarca, además
con una formula novedosa, el asambleario ciudadano, la transparencia y la
participación imbuida como rueda de giro que haga posible o no que nueve
ciudadanos por iniciativa propia, sin convocarlos partidos políticos
tradicionales, sean capaces de dar el paso a la representación política
municipal.
Porque
otra manera de hacer política es posible y a la vez “difícil” mi reconocimiento
para éstos valientes que son capaces de mostrar sus ideas con total
transparencia, para convencer a sus vecinos de que depositen su voto por ellos.
Familias,
amigos, conocidos, simpatizantes personales, serán los que al fin o al cabo
posibilitarán o no el cambio o la apuesta cómoda, porque todo siga igual.
¡Pero
si al final todo sigue igual! Y no estamos de acuerdo, basta de críticas
infundadas en bares y centros sociales o asociaciones, el pueblo es soberano,
decide y debe ser consecuente con sus decisiones.
Y
al final, yo me apunto aunque no me guste a ésta frase hecha: “Tenemos lo que
nos merecemos”.
Mariano
Esteban Vidal.
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