Miles de
motos, cientos de coches, miles de personas invadirán nuestros pueblos, o
quizás no tanto, nuestras carreteras, nuestro modo de vida. Algunos, no muchos, hacen el agosto en el mes
de septiembre con sus negocios legales y algunos, porqué no decirlo, no tan
legales.
El ruido de
los motores invade nuestras vidas y consigue, en no pocos casos, hacernos
olvidar de los problemas diarios.
Hacernos olvidar de la A68, de la subida de agua desde el Ebro, del
desmantelamiento de la térmica de Andorra, de la inseguridad creciente en
nuestros pueblos, del hospital de Teruel, y por supuesto, del hospital de
Alcañíz.
Eso sí
podemos presumir de algo muy importante, muy importante, tenemos un circuito de
velocidad, tenemos La ciudad del motor de Alcañíz. Porque además de hacernos olvidar todos los
temas anteriores seguramente conseguirá resolverlos, o no?
Pues la
verdad es que no, que llevamos muchos grandes premios de moto GP y nada ha
cambiado en nuestra tierra baja.
Seguimos sin conseguir que se desdoble la N232, y me temo que nunca lo
conseguiremos. Seguimos oyendo hablar de
la subida de aguas del Ebro hacia Samper, hacia Andorra, hacia nuestra tierra
seca y dura, y me temo que seguiremos igual mucho tiempo. Seguimos oyendo
hablar de los planes de reindustrialización de Andorra y su comarca para paliar
el cierre de la térmica, pero poco o nada se ha conseguido. Seguimos sintiendo en nuestras carnes la
inseguridad en forma de robos o violencia gratuita en nuestros pueblos, y poco
o nada se ha hecho. Seguimos con las
obras del nuevos hospital de Teruel al ralentí y, por supuesto, seguimos con
las obras del nuevo hospital de Alcañíz paradas, o casi, o bien supeditadas a
pleitos interpuestos por las empresas adjudicatarias.
Estamos
demandando servicios, servicios de calidad, como no puede ser de otra
forma. Pagamos los mismos impuestos que
el resto de los aragoneses y sin embargo tengo la impresión que recibimos muy
poco a cambio.
La ciudad del
motor de Alcañíz es un pozo sin fondo, donde año tras año desaparecen millones
de euros provenientes de nuestros impuestos.
Los bajoaragoneses no podemos quedarnos de brazos cruzados saboreando
“el chocolate del loro” que supone esta infraestructura, tenemos que defender
nuestros derechos y pelear por mejorar los servicios que recibimos para poder
seguir viviendo en nuestros pueblos.
Manuel Gómez
Ganar Híjar
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